lunes, 24 de enero de 2011

Lex artis.

   Significaría "ley el arte" o ley artesanal o regla de actuación de la profesión que sea. Desde luego, es aplicable a la medicina. En línea jurisprudencial se podría encontrar la definición de: "criterio valorativo de la corrección del acto médico concreto ejecutado por el profesional de la medicina que tiene en cuenta las especiales características de su autor, de la profesión, de la complejidad y trascendencia vital del actor y, en su caso, de la influencia de otros factores endógenos -estado o intervención del enfermo - de sus familiares o de la misma organización sanitaria, para calificar dicho acto de conforme o no con la técnica normal requerida". Estas últimas circunstancias ambientales llevarían a hablar de una "lex artis ad hoc", o específica de cada caso concreto.

   Se trata de valorar la infracción del deber de cuidado, quedando excluida según jurisprudencia del Tribunal Supremo la falta de extraordinaria pericia o cualificada especialización (que no excluiría, quizás, el ilícito civil pero sí el penal), y tomandose como referencia la diligencia del hombre medio, del profesional medio.

   Todo ello, según también reiterada línea jurisprudencial del Tribunal Supremo acerca de la medicina como " no obligación de resultado, sino una obligación de medios y servicios".

   Con estos mimbres, la actuación del profesional debe ser la correcta según el estado de la ciencia médica y los requerimientos de conocimiento exigidos a cada uno en su ámbito de actuación, en el contexto de medios a su disposición puestos por la organización sanitaria, bajo las circunstancias de cada paciente o enfermo y, por supuesto, bajo las reglas objetivas que la legislación exige, en cada momento, y que el trabajador sanitario debe conocer. Estas últimas reglas objetivas - entre cuyo ejemplo no puedo dejar de reseñar el consentimiento informado - son de indudable e inapelable aplicación por los jueces, porque son precisamente aquellas facetas de más fácil valoración al venir exigidas por ley, y no por el arte - siempre evolucionando - de la ciencia médica.

   En resumen amigos, no todo es enjuciable de la misma manera a la luz de cada circunstancia particular; pero toda disposición legal no aplicada a cualquier caso será enjuiciada, sin mayor miramiento, a la globalidad del deber de cuidado exigido por nuestras leyes.

   Como decía un profesor que tenía cuando yo era joven: "Señores, que no todo es el Síndrome de Goodpasture". Es decir, que no se nos pide acertar en los apellidos de la enfermedad, pero digámosle por caridad cristiana que parece que los pulmones y riñones andan como la economía, y que vamos a dejarnos la piel en curar lo que se pueda curar. Con menos se adelante mucho más.

5 comentarios:

  1. Recientemente, hace una semana, puse a prueba mis conocimientos en Medicina Legal y Forense. Por supuesto había mucha ley y mucho fenómeno cadavérico, así como una pregunta acerca de qué abortos eran punibles (y había leído tu entrada al respecto, pero mi ordenador se desconectó de la red en el justo momento y en vez de reescribirlo continué con el estudio).

    En cuanto a la lex artis y a lo que comentas, como frase de Goodpasture es buena, pero siempre pienso en esa de "no hay enfermedades, si no enfermos.

    Un saludo.

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  2. Es cierto que cada enfermedad es exclusiva, desde la óptica del que la sufre, y así deberíamos tenerlo en cuenta a la hora de escucharles.
    Un saludo.

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  3. Al parecer no se estaría tomando en cuenta el principio de causalidad de los fenómenos de la naturaleza. Una enfermedad es un fenómeno natural en el contexto biológico y tiene sus leyes inviolables que las rigen. Considero que la Lex Artis debe asegurar que los actos profesionales, cualesquiera que fueren, debe garantizar que esté de acuerdo con que todo tiene causa que lo origina.

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  4. Se habla mucho de los derechos de los pacientes pero nadie defiende la figura del médico que trabaja en precario, con miedo a que le reprendan por realizar un número de pruebas diagnósticas o derivaciones hospitalarias o interhospitalarias que los facultativos que le preceden en el cargo, puesto que este exceso (que en muchísimas ocasiones está más que justificado y peor fue aquello que no se hizo) puede suponer prescindir de ese profesional en la plantilla por otro menos díscolo (vehemente con la ética y la profesionalidad) y gravoso para la economía del centro de salud.
    Ni que decir tiene que se han invertido las tornas desde el negro más paternalistas al blanco más puro donde cualquier paciente puede exigir incluso con gritos o insultos que se le derive a tal o cual profesional, que se le receta tal o cual fármaco o que se le pida tal o cual prueba diagnóstica sin dudar en ofender al profesional que tienen en frente y sin sentir ningún sentimiento empático al arrebatar al médico de su criterio profesional y de su autonomía moral (que para mí es lo más importante).
    Otro punto a destacar es la existencia del "paciente difícil" que en muchas ocasiones además es rentista, el cual acude a los servicios de urgencias o a las consultas de los sustitutos médicos alegando unas cosas y solicitando atención en función de lo alegado y después alegar otras bien distintas situando al profesional en situación de desamparo, puesto que en la mayoría de los casos, estos pacientes no pueden demostrar objetivamente nada pero casi siempre encuentran colaboración en algún letrado que aduce que la carga de la prueba ha de realizarla el facultativo que asiste y muchas veces por la sobrecarga asistencial o la logística pobre (a veces ausente) de los puntos de asistencia continuada o simplemente por una conjunción de circunstancias como abandonar el centro de salud por aviso de urgencia (el paciente dice que no se le dió informe de asistencia y si se pierde la copia del centro...campo abonado) se deriva el inicio de petición de responsabilidades con algo tan fácil como la vía administrativa, o civil/penal puesto que para el que no tiene recursos la justicia es gratuita y nada tiene que perder y mucho que dañar, digo ganar.
    Es tristísimo estudiar tantos años y ver que contra mejor quieras hacer las cosas y más ajustadas a la medicina basada en la evidencia es más facil para personas totalmente ignorantes en medicina y a veces en casi todos los campos de la vida obtener unas perrillas y manchar a un buen profesional. Pésimo es ya cuando tus compañeros (que no lo son) o tu empleador no te defiendan ante ataques injustificados e incluso colaboren en tu contra para liberarse ellos mismos de cualquier responsabilidad situándote como única cabeza de turco.
    ¿Dónde está el libro de reclamaciones para el profesional sanitario? ¿y la asociación de médicos contra pacientes difíciles? ...Y luego dirán que la medicina defensiva es una porquería...pero es a lo que la experiencia y otras cosas te obligan.

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    1. Tiene razón, el estado de derecho es un modelo basado en una situación ficticia y deseable, de educación, respeto, tolerancia, del que se aprovechan aquellas capas humanas que, precisamente, no creen en él. Desde luego, y en mi modesta aportación, trato en mi trabajo de separar la hierve del trigo y, le aseguro, hay jueces que tampoco se dejan engañar por vividores y gente insana. Es lo que tenemos, y además es lo que estamos perdiendo quizás por culpa de esa gente que no ha sabido valorar algo tan simple y maravilloso como ir a un médico cuando lo necesita, y gratis. Quizás lo valoren en el negro futuro que viene.
      Gracias por su comentario, muy cierto y apropiado. Un saludo.

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