jueves, 13 de junio de 2013

El club de las esferas.



   Hay un punto de no retorno en la ética de las sociedades humanas, políticas si quieren. Es aquel en el que un paso más allá de mi actual bienestar supone, como consecuencia, un paso más acá en la miseria de otro congénere. Si respetamos esta frontera se produce un fenómeno, progresivo, de bienestar global en ese colectivo que llamamos pueblo, país, sociedad, civilización. Pero es un equilibirio difícil de aplicar y prueba de ello es, por ejemplo, comprar un producto de marca fabricado en un país que no respeta los derechos humanos.

   Hay que ceñirse, como siempre, a la esfera al alcance de cada uno, que como bien se puede comprender no es una esfera igual para todos. Usted, sin embargo, tendrá su esfera mayor o menor. Quizás sólo tenga una familia, quizás sólo un amigo, un perro, algo tendrá para comprobar que no puede vivir mejor al coste de hacer que su esfera viva peor. De este manera tan sencilla va a conseguir dos cosas, la primera que los de su esfera vivan con menos daños, qué duda cabe; y la segunda que usted va a caer mejor, va a gustar más a la gente por la sencilla razón de que hasta a los malos les gustan los buenos. Será usted un ser humano "buena gente" y en estas cosas se corre la voz, y por tanto la esfera se agrandará y será un modelo, un modelo para su perro, su pareja, su familia, sus amigos o los nuevos en el club de las esferas de los seres humanos buena gente.



   Fíjense que no hemos hablado de comportamientos estereotipados, religiosos, morales siquiera. No hemos ni llegado a esa fase tan atractiva. Simplemente estamos es la fase de no dañar al que tenemos al lado para estar nosotros mejor. ¿Parece fácil, no? Pues no debe serlo porque no lo hace nadie o casi nadie en este curioso planeta, y sin recurrir al tópico de los dirigentes políticos que han de usar el mal menor en sus decisiones estratégicas, incomprensibles para nosotros, vayamos a los actos cotidianos e individuales y seguro que encuentran ejemplos de que están mejor al precio que sea.

   Yo voy a empezar con el camarero que me sirve el café, el compañero del trabajo y después a ver hasta dónde llego. Lo mismo a ministro, que diría alguno.

  Buen día.