lunes, 16 de diciembre de 2013

Feliz Navidad.




   Quiero dedicar esta sencilla entrada, sin pretensiones, a desearles unos días de descanso y felicidad junto a las personas que quieren, y que les quieren, aunque no estén a su lado, o estén mal cualquiera de las partes por tantos motivos como existen para estar mal. En realidad, este deseo no es para estos días, sino para todas sus vidas, pero comprendan que respeto las tradiciones y, Navidad, es una de ellas y no la más fea.

   Sí que, a mi modesto entender, podemos aprovechar para reflexionar un poco sobre nuestras vidas. Ese fluir inadvertido que no deja de ser un bien preciado, una esperanza. Y con nuestras vidas, si me lo permiten, sobre la de los demás, ese fluir aún más inadvertido que no está ahí como un adorno, sino que somos nosotros mismos vistos desde fuera. En efecto, a poco que lo piensen, los demás somos nosotros.

   Mucho se dice, en estas fechas, sobre el consumo. Que si no consuman demasiado, que si consuman mucho para levantar esta triste economía, que si consuman lo necesario, que si consuman de calidad... También es un tópico lo de pedir deseos, por pedir que no quede, ¿verdad? Pues les recomiendo al respecto, si me lo permiten, que ayuden a consumir a otros, como tengan  a bien o puedan, desde un simple pagar una ronda ( que hay que ver cómo está de difícil en estos tiempos que alguien pague algo) hasta ayudar dando un trabajo. Y cómo no, no puedo olvidarlo, miren a ver si pueden conceder deseos en vez de pedirlos.

 

  Cada día más, creo que los únicos que puede salvar al mundo son los gestos sencillos, las pequeñas dádivas, los sacrificios silenciosos. Han de proceder de personas buenas, ya lo sé, pero hay muchas de estas personas viviendo entre nosotros, y me atrevería a decir que algunas ni lo saben todavía. Quizás sea ésta una buena oportunidad para comprenderlo.

   Buen día, y Feliz Navidad a todas y todos.