martes, 4 de enero de 2011

Agresiones a sanitarios.

   Nos pegan, o pueden hacerlo, como saben ustedes. Y encima es cada vez más frecuente. No les quiero aburrir pero los datos son: tasa de agresión de 0´2/100.000 actos médicos; 8000 médicos agredidos ( 4% del total); 60 % han recibido amenazas, etc. En Estados Unidos, el 43 % de trabajadores de urgencias sufre ataques físicos una vez al mes.

   Tras un camino abierto por la Audiencia Provincial de Jaén, con un fallo pionero que calificó como delito de atentado la agresión sufrida por un médico, han seguido Asturias, Valencia, Cataluña, Galicia, País Vasco, Andalucía y Castilla y León. Y al fin, la Sentencia 1030/2007, Recurso 759/2007, de la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo. En ella, se considera al profesional sanitario público como una autoridad a efectos penales, cuestión sobre la que exisitían controversias. Con otra sentencia similar tendremos jurisprudencia.

   La cuestión no es moco de pavo. Aplicando el artículo 550 del Código Penal, la sentencia será de pena de prisión de dos a cuatro años en atentado, y de uno a tres en caso de intimidación grave o resistencia activa grave. Siempre la pena superior en grado si se sirviese en la agresión de arma u otro medio peligroso.

   Yo preferiría que la educación de los pacientes o familiares fuese el mejor antídoto contra estos actos salvajes, pero en el interín de que esto llegue a ser así algún día, aplicaremos aquello de " A Dios rogando, y con el mazo dando".

2 comentarios:

  1. No sé dónde leí hace unos días que en EEUU (creo que era allí) tenían un sistema que denominaban algo así como las llamadas lo siento para disculparse por lo que pudiera haber salido mal y que esto había disminuido las denuncias a los médicos,
    saludos (siento que mi memoria falle).

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  2. No conozco dicho sistema, pero va en línea con esta filosofía de huir de prepotencias donde, tarde o temprano, todos podemos cometer un error.
    De todas formas, el problema de las agresiones no deriva del error de un sanitario, sino de la simple y estúpida violencia.

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