viernes, 17 de diciembre de 2010

Okuribito.

  Ayer ví esta película japonesa cuya traducción es algo así como "el que envía", y que aquí se ha titulado por "Despedidas". Ganó el Óscar de 2009 al mejor film de habla no inglesa, pero la razón por la que la he visto es por su banda sonora. Su compositor, Joe Hisaishi, es para mí el mejor músico vivo sobre la tierra, y otro día hablaré de él.

   De un argumento sencillo ( un músico en paro que se ve obligado a trabajar amortajando cadáveres) se desemboca en un preciosista canto a la belleza de la vida, a la responsabilidad en el ejercicio de un oficio, al respeto ante el dolor; pero a la vez transmite un enorme mensaje en estos tiempos en los que casi nadie cree en nada, un mensaje de tránsito, de "nos volveremos a ver", sin apoyo en religión alguna y a la vez en todas, un antídoto perfecto frente a la desesperanza y la nada.

   La escena de la cara, borrosa, del padre del protagonista es de antología, y quiero subrayarla. La modernidad de las empresas funerarias va acabando con estos rituales ante el cadáver y a veces, en vez de mostrar el rostro del difunto en su esplendor y belleza, cuesta trabajo reconocerlo. Es como tantas otras cosas, una pena.

   Por mi parte he aprovechado para repasar la legislación que tenemos en Policía Sanitaria Mortuoria. He buscado las palabras "creencias","respeto","cariño","consuelo","tradición","ceremonia","compañía", pero no las he encontrado. Creo que o yo no sé buscar, o en algunas cosas estamos perdiendo el alma.

   Que la disfruten.

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