jueves, 9 de diciembre de 2010

Los miserables.

Estoy leyendo "Los miserables", de Víctor Hugo, que lo tenía en tareas pendientes. ¡Un novelón, en todos los sentidos! Hay medicina, historia, psicología, sociología, cultura, política, cocina, decoración, moda, cartografía, arquitectura..., pero sobre todo miseria humana y derecho. Ese derecho penal implacable que existía hasta bien poco en Europa y que áun existe en el Mundo. Ese derecho que te mete en presidio años siendo inocente y décadas por robar pan.

   Recuerdo hace unos años, en un bar. Daban una noticia sobre un fulano linchado por los ciudadanos que había violado y asesinado a una niña. El plato iba con imágenes y en ellas se observaba una turba arrastrando por las calles lo que debía haber sido una persona. Los que estaban en el bar exclamaban: ¡Ahí, hijop...! ¡Eso tenían que hacer con todos! Y cosas de esta guisa.

   De pronto alguien dijo: ¿Y si no ha sío ése? En ese momento todo el mundo guardó silencio, nadie le contestó. Todos volvieron a su café y a sus cosas.

   La historia del Derecho Penal es apasionante. Y venimos de ella, de la tortura y confesión como prueba suprema, de la categoría de ciudadanos a la hora de poder torturarlos o no, del reparto económico de los bienes del reo entre el acusador y el tribunal que condena.

   El Penal es un derecho dificil, porque requiere dar vacaciones al alma y aparcar el corazón. Ante sus errores es siempre preferible la presunción de inocencia que el pago requerido por la sociedad.

  Ya sé que es fácil decirlo, pero en este caso es mejor el falso negativo que el falso positivo. Y si no que le pregunten a nuestros controladores aéreos.

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