sábado, 20 de noviembre de 2010

La dignidad de la muerte.

La Organización Mundial de la Salud define a ésta como: "un estado de completo bienestar físico, mental y social y no la mera ausencia de enfermedad o discapacidad", es decir, que se puede estar enfermo y gozar, sin embargo, de un buen nivel de salud; y por supuesto lo contrario.
   Quiero resaltar, por tanto, que es ligeramente desacertada la opinión, extendida, de que debemos tender a la ausencia de enfermedad como meta realizable descuidando, entretanto, la debida atención de los que de manera irremediable van, o vamos, cayendo en una u otra enfermedad.
   Parece más apropiada la consideración de la vida como un "mientras seguimos viviendo", tal y como Aranguren o Zubiri indicaron. Hacia la muerte, si queremos observarlo de manera funesta, o hacia la mejor de las mejorías posibles a lo largo de una vida de experiencia. Piensen que hay religiones con millones de creyentes que asumen, sin más, el retorno de las almas a este cortijo.
   Donde quiero llevarles es a la atención al final de la vida, al momento de la muerte que ahora, y hace ya unos años también otros, este Gobierno quiere "regularnos". La muerte digna, la muerte sin dolor o sufrimiento, la muerte bajo las propias previsiones, son conceptos que subyacen en esa exigencia de salud aun o a pesar de la enfermedad.
   Pero la muerte con dolor o sufrimiento no es indigna; en realidad la única muerte indigna es la que viene de la mano de otro ser humano que se arroga el papel de Dios, sea o no con sufrimiento. La dignidad, aquí, como cualidad opuesta a la humillación en el momento final de la vida, va a resplandecer ante lo inevitable del hecho de la muerte. La indignidad, la posible indignidad que nunca lo será de la muerte en sí misma, puede llegar y sin duda lo hace desde la falta de cariño, de ternura, de información, de sensibilidad, de apoyo, de comprensión.
   Legislemos sobre el derecho a la muerte digna si así lo quiere la soberanía del pueblo, pero no por ese simple hecho tendremos "salud" en ese momento. Eso depende de tantas cosas que no están escritas en ningún sitio...

8 comentarios:

  1. “Tan cierta es la muerte para lo que ha nacido como el nacimiento para lo que está muerto. Que no te aflija, pues, lo inevitable". (Bhagavad Gita)

    Muy interesante reflexión José. Creo que el tema de la muerte con dignidad cabalga entre dos tierras muy dispares y a la vez tan estrechamente unidas como son, precisamente, la medicina y el derecho. Desde la perspectiva médica supongo que puede parecer que el profesional de la salud tiene "la misión inmutable" de salvar vidas o prolongarlas pero, ¿es vida aquella agonía llena de sufrimiento aún cuando esté exenta de enfermedad y sea motivo sólo de senectud? ¿No pretende el derecho sumirnos en un garantista estado del bienestar que piensa en el pueblo y en sus necesidades? Es evidente que una regulación de la muerte digna no va a eximir a la población de enfermedades ni del enfrentamiento, antes o después, a la parca pero como decía Marco Aurelio: "una de las funciones más nobles de la razón consiste en saber si es o no, tiempo de irse de este mundo".

    Las creencias religiosas nos han introducido en un contexto de pensamiento en el cual parece que tener derecho sobre la vida de uno mismo es jugar a ser Dios y que por ello debemos ser juzgados pero quizás deberíamos ver que es peor forzar una vida de sufrimiento que colaborar permitiendo "morir en paz"... La vida es un derecho pero no un deber u obligación y tanta elegibilidad debería poder tener la persona que sufre por forzar una vida que está llegando a su fin como una persona enferma que, pese a eso, es feliz como está y quiere seguir viviendo. Aunque si Platón levantara cabeza me lincharía por lo dicho de forma precedente contando que para él debieran "dejar morir a quienes no sean sanos de cuerpo".

    Sea como fuere, lo único que ahora tenemos es el conocimiento de que nacemos con algo seguro, y es que tarde o temprano vamos a morir y ello no debe suponer un lastre en la consecución de nuestros objetivos sino más bien una motivación para hacer uso del 'tempus fugit, ergo memento viviere’. El ahora es lo único que tenemos y bien lo sabía Virgilio cuando decía que "la muerte me tira de la oreja, diciéndome: "vive, que vengo".

    Un saludo compañero.

    ResponderEliminar
  2. Gracias José Lo enlazaremos en nuestra sección mas blogs de salud....

    Haz lo mismo con le nuestro si si te aptc. Un abrazo. JA

    ResponderEliminar
  3. José estoy de acuerdo contigo en la mayoría de lo que dices, una reflexión muy inteligente y acertada; pero afirmas: «Pero la muerte con dolor o sufrimiento no es indigna; en realidad la única muerte indigna es la que viene de la mano de otro ser humano que se arroga el papel de Dios, sea o no con sufrimiento»
    Puede que no te haya entendido pero no estoy en absoluto de acuerdo. He visto morir a muchas personas con horribles dolores y un sufrimiento imposible que sólo se ha detenido en el momento en que su cuerpo ha dejado de latir.
    Si el dolor es buscado, es deseado, no digo que no tengas razón. Sería una decisión personal y como tal en absoluto cuestionable.
    Pero la mayoría de las veces ha venido determinado porque un médico no ha querido administrar un sedante y/o opiáceo por la idea de que acorta la vida.
    Acortar la vida de una persona que agoniza por administrarle un fármaco que le evita sufrimiento ¿es inmoral? ¿qué vida se está acortando?
    Creo que la Ley que pretende regular estas actuaciones pretende evitar precisamente eso. No es eutanasia, no es acortar la vida de una forma activa porque una persona decide que está harta de su patología terminal o no. Es evitar que una persona muera -por su muerte inminente- con un sufrimiento que se puede evitar con los conocimientos médicos de hoy día. Algo que hoy día se ignora en muchos centros médicos. Siguiendo el hilo de tus discurso: no hay salud, no la hay nunca, cuando una persona agoniza con dolor o con otros síntomas espantosos.
    Es un tema peliagudo, por supuesto, que debe ser adecuadamente informada a los usuarios a los familiares, a los pacientes, capacitarlos para que lo comprendan y puedan decidir cuando llegue el caso.
    Me encanta tu forma de presentar los temas.
    Besos miles

    ResponderEliminar
  4. Interesante tu blog te invito a conocer el de mi nieta, cariños

    ResponderEliminar
  5. Voy por partes. En primer lugar gracias a Adrenalina y te devuelvo el abrazo. En segundo lugar, a maría gloria que me envíe la dirección del blog de su nieta.
    Ya en materia, no he sabido expresarme bien al aludir a la "única muerte indigna" que conozco. Me refería al hecho del crimen, del asesinato, por la razón que fuera; no por supuesto al caso del médico que administra un fármaco para aliviar la agonía, aunque sus efectos secundarios aceleren un proceso como es la muerte. Pero es que además no hacerlo es ir contra la lex artis (otro día me detengo en esta cuestión).
    De otro lado, me gusta la frase de Virgilio. ¡Qué buena!
    Dejo yo otra de Ortega, que viene al pelo de estas cosas: "En la creencia se está, y la ocurrencia se tiene y se sostiene. Pero la creencia es quien nos tiene y sostiene a nosotros".
    Saludos.

    ResponderEliminar
  6. Pido disculpas: no he sabido entender tu afirmación. Por supuesto, el sentido era otro que no he sabido captar. Lo siento. Si quieres borro mi réplica, que por supuesto, ya no viene a cuento. Un saludo

    ResponderEliminar
  7. No pasa nada Lola, aquí se busca el diálogo y, a través de él, la justicia. Además por mi parte creo más en el "me explico" que en el "me entiendes", y yo a menudo no me explico bien.

    Un saludo.

    ResponderEliminar
  8. Los cuidados paliativos ya existen, el encarnizamiento terapéutico lo condena hasta la Iglesia, y las relaciones entre médicos y pacientes han existido desde que el mundo es sin que haga falta que el Estado meta las narices, ergo...eufemismo buenista + este Gobierno = piensa lo peor y acertarás

    ResponderEliminar