martes, 2 de abril de 2013

¿La información es poder?



  

   Cuando su cerebro es sobrecargado de estímulos, usted tendrá la sensación de actividad y frescura, de agilidad si quiere, y su automática respuesta emocional a esta disposición mental será la de satisfacción.

   Sin embargo – siempre hay un “sin embargo” – usted se encontrará cansado y vacío al terminar su jornada. Lo primero por motivos obvios de consumo de energía ( recuerde que pensar no es gratis a nivel celular); lo segundo, porque en ni uno solo de esos momentos de actividad febril habrá creado nada.

 Si se toma la molestia de repasar su actividad – que ya es mucha molestia, sin duda – apreciará que ha consumido platos ideológicos cocinados por otros, que le han llegado desde fuera, e incluso puede percatarse de que casi le llegan “ad hoc” para su deglución inmediata.

   Está usted informado, al día. Pero observe esta sencilla frase por un momento. ¿Está usted informado, pero de qué? De todo no, como bien puede aceptarse. Más bien, de lo que le hayan querido informar como, también, puede aceptarse sin demasiada dificultad. Al día, no le quepa duda alguna, porque no habrá recibido más que aquello al uso, de moda, del tiempo, del mejor consumo para la venta de noticias. A esto lo llaman actualidad, pero es mentira, o al menos, no es toda la verdad.

   Porque también es actualidad la desgracia, ya olvidada, de aquel terremoto, de aquella guerra, de aquella revuelta, de aquella miseria, de aquel drama, de aquellas injusticias..., y así hasta donde quieran. Y es actualidad por la sencilla razón de que su sufrimiento persiste en su actuación cabezona e inapelable, para aquellos que tuvieron la desgracia de padecer “lo que en su día fue noticia”, y hoy es hemeroteca.

   Y actualidad es, por supuesto, el pensamiento crítico e incómodo que pulula, cual gusano subterráneo que se esconde al depredador, buscando una verdad entre la maraña de un inmenso estercolero.

   ¿Entonces, dirán ustedes? ¿Acaso es negativo querer estar informado? ¿Es mejor, quizás, apagar la televisión e internet?

  

   Claro que no, por supuesto. Es necesario tener todo encendido, saber lo que ocurre, escuchar, aprender, mirar...

   Pero también, y esta es la clave de cuanto quiero decir, es necesario digerir. Reposar esa comida de conocimientos en la paz de la mente. Porque – y esto ya lo digo yo – la mente sólo trabaja bien cuando permanece como un estanque, en la quietud que muchos confunden con inactividad.

   En esa paz uno puede ver con claridad qué hay detrás de ese guiñol diario.

   Lo demás está en cualquier buen libro.

   Buen día.

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