No te rías.

   Creo que las grandes empresas, buenas o malas,  nacen de una iniciativa particular o incluso genial pero, eso creo, necesitan de la colaboración de todas las partes necesarias, sean éstas desde cargos directivos, intermedios o simples peones o soldados. Es más, creo que es imprescindible el concurso ilusionado de esos simples peones que jamás acabarán en canciones ni libros de historia. Es verdad que el terror también mueve, pero no conmueve, y a la larga lleva al fracaso aunque, también es verdad, a veces es muy a la larga.

   En mi país, el que me ha tocado, hemos de superar una situación difícil en lo económico y en lo ético, y ello requiere a modo de gran empresa cuyo objetivo es la felicidad de los ciudadanos, contar con ellos, ilusionarles, convencerles, motivarles. Ya saben que la motivación es lo más difícil.

   Cuando he tenido a personas trabajando para mí, siempre me ha preocupado mucho su estado de ánimo hacia mi persona, siempre he tratado de que no me obedezcan sino que me sigan, que no me teman sino que me respeten, y siempre me ha preocupado la expresión facial y el nombre desde la señora o señor que limpia hasta un compañero directivo. El nombre es muy importante, y por eso le preocupaba tanto a Moisés saber el nombre de Dios, pero esa es otra historia claro. Llamar a alguien por su nombre es ganárselo ya de entrada, porque le estás mostrando tu respeto hacia él o ella como persona.

   ¿Y se preguntarán ustedes por qué nos suelta este buen hombre tal rollo hoy?

   Muy sencillo. Porque si cada vez van a endurecer más mis condiciones económicas, laborales, sociales, fiscales, financieras, éticas, políticas, y humanas, por favor, cuenten conmigo, muéstrenme algo de respeto y cariño, infórmenme como si sólo viviese yo en este mundo, mírenme a los ojos de esa cámara que les enfoca y, sobre todo...

   "por el amor de Dios dejen de reírse en los parlamentos y asambleas de esta España mía, justo después de soltar que vuelven a bajarme el dinero del que voy a disponer".

   Buen día.