jueves, 10 de marzo de 2011

El cementerio de Praga.

  Acabo de leerlo y me apetece hablar de este libro de Umberto Eco. Como relación con este blog sirva la licenciatura en derecho del protagonista, el Capitán Simonini. Un individuo esquizoide, inteligente y carente por completo de dignidad o vergüenza, perfeccionista en su trabajo, misógino y sibarita del paladar. El caso es que este impresentable te acaba cayendo bien; no sabría explicar el porqué.

   De otro lado, la literatura de Eco ( a quien en cierta ocasión le escuché decir que todo escritor aspira escribir un Quijote, y al acabar la primera página ya sabe que no lo logrará) es magnífica, culta, documentada, y sobre todo irónica. Es admirable como este hombre destroza decorados: masones, jesuitas, antisemitas...

   Por cierto, no se pierdan las disquisiciones psiquiátricas de algunos personajes; son magníficas, dignas de la teletienda sus terapias. Que si el hipnotismo, que si el magnetismo, una delicia. Por supuesto todas las teorías coinciden en no curar absolutamente a nadie.

   Pero el plato (nunca mejor dicho) principal es el de los servicios de inteligencia. ¡Qué maravilla de funcionamiento! Esta banda se ríe literalmente de todo usando cualquier medio para sus fines: ahora una revuelta, más tarde una guerra; allí un asesinato, acá una conspiración. Y siempre quemando a algún desgraciado con ansia de miras y altura de ideales. Sublime el momento en que han sustituido al Jefe de turno y el nuevo comenta que seguramente estará pescando en alguna isla, gozando de su merecida pensión; dos páginas y lo encontramos muerto entre el gentío de la Comuna.

   El contexto de fondo es la elaboración de los famosos "Protocolos de los Sabios de Sion", que viene bien para contextualizar los que después vino con Hitler: el intento de exterminio de la raza judía. La gente, y esto es lo que importa, se cree estos embustes porque están fabricados ad hoc para lo que ansían escuchar muchos: un culpable.

   Por cierto, quédense con la contraportada-comentario a la obra que viene a decir que estos personajes como Simonini, están aquí entre nosotros, y están para quedarse.

   P. D.: No me pagan nada por la propaganda, pero deberían.

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