miércoles, 11 de mayo de 2011

La soberanía reside en el pueblo español.

  Así lo proclama el artículo 1.2 de nuestra vigente Constitución del 78, y añade que de este pueblo español "emanan los poderes del Estado".

   He dudado mucho entre esta entrada y otra que analizara si el Barsa es lo que es gracias a los árbitros, pero me he inclinado por el tema de la soberanía no sea que pierda algún lector culé, que seguro que alguno hay.

  Sin embargo, a menudo olvidamos que "nosotros" tenemos el poder. Hemos metabolizado que son los políticos y sus partidos los que tienen ese preciado objeto del deseo, pero no es así. Ellos pueden confeccionar sus listas cerradas, pueden establecer el sistema de reparto de escaños, las circunscripciones, e incluso si alguien puede o no presentarse, pero no pueden, repito, "no pueden darse el poder a sí mismos". Este pequeño matiz lo decido yo, y tú, y tú, y tú...

  Sin ese poder de cada uno de nosotros, la alternativa es "el líder", por la razón que sea: nacimiento noble, méritos, golpe de estado, riqueza, qué más da...

   Como decía el tío de Spiderman: "un gran poder exige una gran responsabilidad". En cada convocatoria electoral vamos a otorgar nuestra parcela de poder a unos individuos, con nombre y apellidos, con historia, con valores y defectos, con intenciones transparentes o veladas. Esos personajes son un puzzle, y nada más que un puzzle que se desmoronaría sin nosotros, y ellos ¿lo saben? Pues no, no lo saben. Ellos creen que el poder lo reciben de la inclusión por su partido en las listas, y a partir de ahí lo ejercerán.

   Esto es terrible. Del poder del partido se pasa a la unidad de voto, y de la unidad de voto a la inquietante conclusión de sólo serían necesarios parlamentos de, apenas, 7 u 8 personas, una por partido. Eso sí, sería muy barato de mantener...

   No podemos olvidar lo que somos, no podemos permitir que la partidocracia sustituya a la democracia, no podemos tolerar que la legitimidad democrática disfrace al líder. No podemos resignarnos a no ser nada, a ser súbditos, comediantes cada x años. Nosotros, yo, tú, somos los dueños de nuestro destino, y no las víctimas del destino que otros quieran hacernos creer.

   El próximo 22 de mayo cuando ejerza mi derecho al voto ( que incluye votar o no), "yo tengo el poder".

   ¡Caramba, suena como si fuese un superhéroe!

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