sábado, 30 de octubre de 2010

Antijuridicidad.

Es uno de los presupuestos objetivos de la responsabilidad extracontractual y viene a equivaler, para que se entienda, a cualquier conducta (lícita o no) que acarree daño a un tercero, y sólo puede evitarse si concurre alguna causa que excluya dicha antijuridicidad, que para el caso de nuestros profesionales sanitarios viene a sustanciarse en la fuerza mayor adornada de ausencia de culpa, por aquello de la lex artis. Hablando en cristiano, que somos responsables (la Administración Pública es responsable) por el hecho de causar un daño a un paciente si éste no tiene por qué soportarlo, se demuestra relación de causalidad entre nuestros actos u omisiones y su lesión, y además nosotros no podemos demostrar que lo hicimos todo bien. Es la tormenta perfecta. ¿Pero para quién? Pues no para el profesional, ciertamente, que a lo sumo sólo se verá obligado a contestar en un informe acerca de su actuación. Pero, en la mayor parte de los casos, tampoco para la Administración Pública, que para éso tiene su seguro como todos tenemos el nuestro en nuestra vivienda, automóvil, etc.
  Así pues, el granizo caerá sobre la Compañía de Seguros, en exclusiva. ¿Se lo creen ustedes? Ya imagino que no, y que habrán caído en que la compañía aumentará el coste de la prima a pagar por la Administración en cada renovación. En matemáticas creo que se llaman cálculos actuariales. Además revisará su cláusula de exclusiones poniéndolo cada vez más difícil. No olviden que las Compañías de Seguros no son ONGs, y que su finalidad es lucrativa, o sea, ganar mucho dinero. Así pues, cada año a pagar más prima mientras haya Compañías que vean rentable el aseguramiento de este riesgo, que cada vez hay menos por cierto. ¿Y con qué se paga? Pues no con el dinero de quien cometió la acción u omisión que provocó el daño, que recordemos que igual ni se enteró de que había un partido jugándose. No señor, se paga con dinero de la Administración que, de alguna manera, está compuesto por el nuestro a través de los impuestos.
   Al final el dinero es como la energía,que ni se crea ni se destruye, sólo cambia de manos; de las nuestras a la Aministración y de aquí a las de la Compañía de Seguros.
   ¿Por qué no repite la Administración contra el que hizo la pifia? Esa es otra historia, para otro día quizás.

  Un saludo.

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