martes, 2 de noviembre de 2010

Uno que conozco.

Cuando entro en un Hospital, como "cliente", acompañando por ejemplo a mi padre de 90 años por esos pasillos, siempre me deprimo. Es curioso que cuando trabajaba en uno de esos Centros era capaz, camino de la cafetería, de desayunar tras pasar por la zona de niños con leucemia. Me afectaba claro, pero no me deprimía. Pero como paciente la cosa cambia. Te fijas en todo, hasta en los cuadros de las paredes. Te fijas en primer lugar porque tienes mucho tiempo, tiempo de esperas interminables con suerte sentado. En ocasiones no sabes ni quién es el médico al otro lado de una puerta. Y ya dentro se solapan la exclusividad de tu problema y el siguiente de la lista. Te fijas porque estás jodido y vas a ver qué remedio tiene la ciencia médica, personalizada en pasillo, puerta y médico desconocido. Te fijas porque hace unos meses que esperas ese momento de "la cita".
   Dice un abogado conocido que el día que tenga que entrar en un Hospital, como enfermo, pondrá demandas a diestra y siniestra. Le creo, bueno, al menos le creo si puede hacerlo y no entra malamente que todo puede ser. ¿Se han puesto ustedes a pensar en el montón de cuestiones que regula la legislación sobre la atención sanitaria que debemos recibir? Vive Dios que casi ninguna se cumple, aunque la gente no suele saberlo.
   En realidad ni la gente ni los profesionales saben que su noviazgo está meticulosamente regulado. A éstos les bastará con curar y a aquellos con ser curados.
  Esperemos que mi conocido abogado tarde en "fijarse" en esos pasillos, en esas puertas, en esos médicos desconocidos.

5 comentarios:

  1. Entiendo que el Centro del que habla es público. Vaya por delante que soy partidario de la sanidad pública; sin embargo, es patente el colapso actual que padece. ¿Cómo sanar la sanidad? Esa la pregunta que nos debemos hacer. Las respuestas serán diferentes, seguro; pero desde un punto de vista meramente economicista es claro que, cuanto menos le cueste el producto al consumidor, menos importancia se le otorgará y
    más consumidores accederán a él. No se me malinterprete, no estoy tratando de decir que accedan sólo los que puedan, no; pero sería una solución disminuir lo que mensualmente se descuenta al trabajador, y en la misma proporción establecer el copago. Nadie podría decir que el Estado se iba a enriquecer directamente en la operación, pues desde un punto de vista presupuestario el balance sería el mismo. Sin embargo, las esperas disminuirían sensiblemente, apreciaríamos más nuestra sanidad, y el Estado prestaría un mejor servicio.
    Bueno, lo dejo aquí como punto de partida.
    Un saludo

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  2. Es un gran tema el que planteas (copago sanitario) y una interesante propuesta de partida. Cuestión difícil la del sostenimiento de la Sanidad Pública, y sin embargo insoslayable.
    Hay dos aspectos: por una parte la Seguridad Social y por otro el derecho a la Protección Salud (derechos humanos reconocidos en el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de 1966, así como principios rectores de nuestra política social y económica en los artículos 41 y 43 de nuestra Constitución Española). Interpretando, pués, nuestro Legislativo dicha premisa todo lo que es su desarrollo es, por así decirlo, manejable. No quiero extenderme, pero es necesario apuntar como partida que, legalmente, es POSIBLE CAMBIAR LAS REGLAS DE JUEGO.
    Desde un punto de vista filosófico, me encuadro en la línea de John Rawls, es decir, creo que antepongo la necesidad de garantizar la igualdad de oportunidades, y sólo después, garantizar la equidad. Dudo que nuestra Sociedad Española haya conseguido lo primero.
    Pero tu interesante aportación es económica, no filosófica, y por lo tanto más pragmática y realista. Efectivamente, en ausencia de educación y civismo ( caso de España y no de Suiza, por ejemplo), a más oferta gratuita más demanda inconsciente, y de ahí mayor coste, desencanto, etc, etc. Reducir los impuestos directos en una medida equiparable al gasto medio en sanidad pública por persona, lograría varios efectos, en mi opinión: unos sustituirían la sanidad pública por cajas de seguro privadas (y ésto podría aumentar el empleo del sector así como la I + D)y otros seguirían en la sanidad pública y guardarían para otras cosas el aumento de renta disponible, probablemente por unos ingresos bajos ya de entrada. Es aquello del efecto renta y el efecto sustitución. Es indudable que el Estado libera lastre, pero sólo podría hacerse con una imposición por los acreedores (tipo bajada de sueldo de funcionarios), o bien por una apuesta política global: educación, educación y educación. Sólo nos faltaría hacer chocolate, relojes y muchos Bancos, y seríamos Suiza 2.
    Un saludo.

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  3. Yo a mis pacientes los trato con profesionalidad y con todo mi corazón, como me gustaría que me trataran a mi.
    He estado ingresada y la calidad asistencial que me han dado ha sido de matrícula de honor.
    La gente es humana y no hay que ir a un hospital como paciente y a la defensiva ...
    Tiene que haber empatía tanto el personal sanitario como el paciente y colaborar ambos para beneficio principal del paciente, que si está ingresado necesita unos cuidados integrales, que se sienta cómodo, cercano, que confíe y se deje cuidar,¡tu bien lo sabes!.
    ¡Enhorabuena por tu blog!
    Me alegro que te hayas animado a invitarme.
    Saludos especiales

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  4. Te sugiero que contestes los comentarios de tus visitas, harás que sean adictos a tu blog.
    Saludos especiales.

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  5. Es cierto, Anónimo, y debo pedir tantas disculpas como paciencia por mi "inexperiencia" a la hora de gestionar este pequeño espacio, que es también vuestro.
    Desde luego, el cariño y la humanidad deben presidir, especialmente en aquellos actos encaminados a paliar la angustia, la profesión que hemos elegido. Si algo busca este blog es concienciar de ello, y de que existen herramientas para lograrlo. Un día de calor no hace verano, pero la amabilidad es, al menos, lo mínimo que se espera de nosotros.
    Hay "leyes" muy antigüas que predican "tratar a los demás como quisieramos ser tratados". Curiosamente en el budismo, en el islam y en el cristianismo.
    Es básico y estamos de acuerdo.

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